miércoles, 9 de diciembre de 2015

De apreciaciones.

Caminaban  hacía el final
y de pronto ella cayó en la cuenta
de que por primera vez llevaban
un ritmo parecido. 
El ángulo de sus piernas al andar
era acorde en esa uve inversa
que se plegaba y desplegaba a cada paso,
todo un triángulo de comunión
en el que cobraba sentido cada huella. 
Caminaban derecho hacía el final.
Él, convencido del oasis que creía avistar
se entretenía en narrarle cuan hermosas
las palmeras preñadas de racimos,
presumía desde esa distancia que podía
contar incluso los dátiles maduros,
cuan espejado y transparente el lago,
de lo gratificante del remanso cercano.
Ella prefirió callar,
se propuso no distraerlo 
con banalidades de abismos ìnmediatos.
Imbuida en la cadencia cíclica
de sus acopladas piernas
se centró en mantener la armonía
de los últimos pasos.

I.S.M.

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