de un lado a otro, susurrando
una historia y un nombre
de mujer, intentándo mirar
por las ventanas, desmenbrado
en memorias.
Insistía en retener una especie de calor
o cosa rara.
A veces, hacía un cuenco con sus manos
y se quedaba mirándo la oquedad
durante horas, como si allí habitase
la ternura.
Otras, intentaba estirarlas como si fuesen
elásticas y pudiesen llegar a los confines
del mundo y regresarla.
Alimentaba a conciencia la resistencia
al extravío del sudor y la piel,
perseveraba torpemente
en el estremecimiento de la carne,
en los latidos de la boca y corazón.
Dibujaba en las paredes de los sótanos
mariposas, con las letras de una inicial
en sus alas y empeñado en que tomasen
forma.
Un mal día desapareció, como desaparece
todo, nunca más se le supo.
Alguien dijo entonces que llegaban
extañamente, en las noches de lluvia
a las ventanas, temblorosas y a pares,
mariposas.
Precioso ...me dejaste muda
ResponderEliminarGracias querida amiga del alma. Todo un honor que te haya gustado, sé que eres muy sensible y amas la Poesía. Beso eterno.
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